SANTOS INTERSEXUALES

 

 

15 de Septiembre , 2010

 

Los datos que nos ofrecen muchas biografías de santos de la Alta Edad Media (s IV a XII),apenas nos permite poder corroborar su existencia, mas difícil es,  pues, poder verificar que hay de cierto en lo que nos cuentan.

Hace tiempo que vengo constatando una historia que se repite en alguna de estas biografías: al nacer creyeron que eran niñas y al llegar a la pubertad les sale una barba espectacular. Estos datos pueden permitirnos crear una hipótesis de intersexualidad, con todas las precauciones podríamos hablar de presencia de santos intersexuales en el santoral cristiano.

Santa Wilfrida, cuya imagen se encuentra en la abadía de Westminster, era una princesa de Portugal, que no se queria casar,a pesar que su padre quería obligarla a ello. Elevó rezos al Cielo suplicando que le fuesen quitados todos sus atractivos y sus oraciones fueron escuchadas, Dios le otorgo una frondosa barba y su cuerpo se masculinizó. No se casó y murió virgen crucificado por su padre.

 


De Liverade ni siquiera sabemos dónde vivía (en galicia Liberata, en la galia Liverade, Wilgefortis en Flandes). Al final del Imperio Romano cuando llegó la hora de casarse, ella se negó, le creció una larga barba y ñuego la cricificaron por haber ofrecido su castidad al dios de los cristianos.

 


San Onofre es un santo ermitaño como tantos otros. Él  habría pasado desapercibido si no fuera por la forma en que fue representado en distintos lugares de la Capadocia:


Cuenta la leyenda local en Capadocia, que San Onofre era una bella viuda que molesta por los requerimientos sexuales de los hombres de la zona rezó para convertirse en hombre. A la mañana siguiente se levantó con la cara cubierta por una espesa barba. Huyó al desierto donde se alimentó con dátiles y agua. Se vestía con sus propios cabellos.

Es necesario recordar que a las mujeres las casaban siendo niñas, por lo que pudo enviudar antes de la pubertad, por lo que podía ser un niño al que asignaron un sexo femenino.


Una historia muy parecida es la de San Onofre de Etiopia, también tras no aceptar los requerimientos sexuales de un adulto, rezó a dios y le creció la barba, marchando se al desierto como ermitaño. Este santo es de gran devoción en muchos lugares de la Península Ibérica.

 

 

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