El coloquio de las perras.

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FICHA

Antonio Marquet
El coloquio de las perras: Retrato de Oswaldo Calderón con su hermandad vampiresca Joteando por un sueño. Ensayo de documentación fotográfica y crónica (a ratos ensayística; a ratos perra; ¡siempre jota!)
ISBN: 978-607-477-317-0
Editorial: UAM-Azcapotzalco
Edición: México, 2010
Páginas: 584
Materias:Ensayo

SÍNTESIS

Acaba de aparecer bajo el sello de la Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco, El coloquio de las perras de Antonio Marquet. Profusamente ilustrada, la obra es producto de cinco años de documentación sobre la trayectoria de la compañía de drag queens, las Hermanas Vampiro. El libro es una reflexión sobre la violencia verbal como uno de los disparadores del humor gay. Pronto descubre el avisado lector la parodia al título de una de las obras maestras de Miguel de Cervantes Saavedra, “El coloquio de los perros”, novela ejemplar en que los personajes viven en un horizonte devastado donde la inseguridad y el hambre son la norma. A diferencia de Cipión y Berganza, las Vampiro no son ejemplo de cordura y discreción. Ceden abiertamente a cuanta bellaquería les viene a la mente mientras el público es invitado a dirigir sus saetas a todas partes.

Desde el Foro de la Comedia (en 2005) hasta El Vicio (en 2010), las Hermanas Vampiro han abrevado en mucho cuellos. Teatralmente el recorrido va desde Vestidas para mutar hasta El Cartel de Bernarda. Si las mutantes se disputaban a muerte por una corona; las hijas de Bernarda rivalizan por un capo. La primera pieza era un divertimento joteril; la segunda es una metáfora de la violencia en México. En medio del camino, escenificaron Lo que el virus se llevó (2007) y Yo no soy una chica Almodóvar (2008), además de cumplir puntualmente con las presentaciones dominicales al filo de las 23:00 hrs. sucesivamente en los bares “El Taller”, “Liverpool 100” y “Papi Fun Bar”, y de realizar giras por los principales bares gays de la República Mexicana.

Oswaldo Calderón, director de la compañía, cierra sus dragmas con la frase ¡Que dios los bendiga! para inmediatamente corregirse con un “No es cierto, ¡Dios no existe!” En los escenarios de las Hermanas Vampiro, el lugar de Dios ha sido ocupado por la risa, la parodia sistemática, la violencia verbal, la jotería: tal es el dispositivo del perreo, estrategia para sobrevivir al supremachismo de Heterolandia. Cada domingo, los parroquianos llegan a ejercitarse en el perreo, nueva ética acorde con los tiempos que vive México.
Los dragmas de Oswaldo Calderón son un andamiaje que promueve y enmarca el diálogo ríspido y lúdico con el público. No se trata de una guerra civil en que el frente pase por el escenario: es una lucha de todos contra todos en la que nadie queda a salvo, donde el silencio es igual a muerte. En medio de sonoras carcajadas y amparados por la ilusión teatral, se cometen atrocidades racistas y sexistas con alevosía y ventaja (que poco difieren de la vida cotidiana mexicana). Dado que un golpe no viene solo, el ensañamiento es la norma. Este tongue-boxing, marca la metamorfosis del sujeto gay en perra, actitud que confronta lúdicamente el gaycidio estatal y religioso que se practica en México. En efecto, “Amiga, perra, únete a la guerra” se coreaba en la XXXII Marcha del Orgullo LGBT de la Ciudad de México.

Tras ¡Que se quede el infinito sin estrellas! La cultura gay a fin de milenio (UAM, 2001) y El crepúsculo de Heterolandia. Mester de jotería (UAM, 2006), El coloquio de las perras es el tercer libro sobre cultura LGBT de Antonio Marquet, profesor en el Departamento de Humanidades, de la UAM, Azcapotzalco.